El 3 de febrero es una fecha que nos invita a reflexionar sobre uno de los principales problemas ambientales que enfrentamos: la contaminación por plásticos de un solo uso, específicamente los sorbetes. Estos pequeños objetos, que en muchos casos tienen una vida útil de apenas unos minutos, pueden tardar cientos de años en descomponerse, convirtiéndose en una amenaza tanto para los ecosistemas terrestres como marinos. En un mundo donde el consumo de plásticos crece a un ritmo alarmante, el Día Mundial Sin Sorbetes nace como una campaña global para promover alternativas más sostenibles y llamar la atención sobre la necesidad de repensar nuestros hábitos de consumo. En esta nota te comentaremos acerca del impacto que tiene este residuo tan contaminante en nuestros ecosistemas y de qué forma como sociedad civil podemos aportar nuestro granito de arena con el fin de avanzar en términos de desarrollo sostenible.
La problemática de los sorbetes plásticos
Aunque los sorbetes son solo una fracción del total de plásticos que se usan y descartan a diario, su impacto es significativo. Según estudios realizados, se estima que en todo el mundo se utilizan miles de millones de sorbetes cada año, de los cuales solo una pequeña fracción es reciclada. La mayoría acaba en los rellenos sanitanios o en el mar, donde los animales marinos pueden ingerirlos accidentalmente, lo que provoca lesiones o incluso la muerte de muchas especies. Además, los sorbetes, al ser tan pequeños, son difíciles de manejar en los procesos de reciclaje, lo que agrava aún más la situación. A pesar de su pequeño tamaño, los sorbetes se han convertido en un símbolo del desperdicio innecesario de recursos y la crisis del plástico que afecta a nuestro planeta.