En la asignatura Lengua y Literatura III los alumnos, utilizando sus teléfonos celulares, leyeron y analizaron varios textos propuestos por la Prof. Aldana Gaggero:
Basura de Gabriela Cabezón Cámara
Araceli Ramos, Serena Rodríguez, Noelia Akrap, Ángeles
Rawson, Melina Romero, Daiana García. Tiradas a la basura, al costado de la
ruta, en un descampado. Usan shorts, tienen novios, salen de noche. Las construyen
poco a poco, como si fueran culpables, dice la escritora y periodista Gabriela
Cabezón Cámara.
Tiradas a la
basura, desgarradas, en pelotas: en la montaña asquerosa, un cuerpo como una
cosa, como una cosa ya rota y que no sirve para nada, los restos del predador,
la carne que le sobró de su festín asesino. Horas antes o después a la chica la
buscaron la familia, los amigos, al final la policía y casi siempre la
encuentra el que hace de la basura su trabajo cotidiano: un cartonero, el
chofer de un camión recolector, alguien que anda por ahí. Después viene la
ambulancia, le cambia la bolsa a blanca, se la llevan a la morgue y un auto
lleva a los padres a ver si la chica es suya. Afuera espera la prensa: las
cámaras y micrófonos buscando mostrarle al mundo el dolor más lacerante, la
frase más torturada, la cara más arrugada por la angustia que la arrasa.
Tiradas a la
basura en la bolsa de consorcio: igual que se tira un forro, la cáscara del
zapallo, los papeles que no sirven y los huesos del asado entre tantas otras
cosas. Tiradas como si nada, como objetos de consumo que ya fueron consumidos.
Agarrarlas, asustarlas, verlas rogar, desnudarlas, humillarlas, violarlas,
después matarlas, meterlas en una bolsa, tirarlas a la montaña de restos de la
ciudad. Ya terminó el predador. Seguirán la policía, los abogados, los jueces y
las cámaras de TV: sigue la carnicería en una especie de show que explica los
femicidios.
Si la chica
usaba short. Si tenía más de un novio. Si puso fotos en Facebook con boquita
pecadora. Si salía mucho de noche. Si volvía a la mañana y tenía olor a whisky.
Si estudiaba o no estudiaba. Si trabajaba de día o repartía tarjetas en la
puerta de un boliche. Si era virgen. Si le gustaba enfiestarse. Si fumaba
marihuana o sólo tomaba agua. Si tenía buenas notas o había repetido de año. Lo
que dicen los amigos. Lo que piensan los vecinos. Lo que recomienda el cura que
dirige la parroquia. Lo que supone un psiquiatra que va a la televisión. Lo que
dice el movilero. Lo que supone la prensa. La idea que todos dicen sin terminar
de decir: si la chica usaba mini y le gustaba bailar y si llevaba adelante su
propia vida sexual según lo que le gustaba, era una trola y las trolas se la
buscan y la encuentran.
La construyen
poco a poco como si fuera culpable: digamé, comunicador y digan sus
audiovidentes, si una mujer joven tiene más de un novio o, peor, ninguno, y
vuelve en pedo a las seis y salió en vestido corto, ¿Se está buscando la
muerte? ¿Piensa que se la merece? ¿Usted cree que debería volver antes de las
doce? ¿Vestirse con una burka e ir a misa los domingos? ¿Usted quiere que le
pida permiso a algún buen señor para salir cuando quiere? ¿Que deje de salir
sola? ¿Que piense lo que se pone porque si a un hijo de puta le parece algo
indecente por ahí la hace pelota? Le pregunto más cortito: ¿Piensa que una
chica es propiedad de algún muchacho y que si no tiene dueño pueden matarla
tranquilos? ¿De verdad se siente bien eligiendo como elige la foto más provocativa
para decir sin decir “la piba era una atorranta”, “los padres no la cuidaban”,
“su vida no tenía rumbo”? Empieza una denigración, algo que está en la cultura,
no digo que lo inventa usted, pero podría revisar la máquina de prejuicios que
le salta cuando habla y cuando hablan los demás.
Entre otras
cosas se nota la puntuación del mercado: hay cuerpos que valen más y hay
cuerpos que valen menos. Casta, rica y estudiosa vale más que pobre y trola
pero todas valen menos que el cuerpo del matador que es la manifestación
extrema de este estado de las cosas: buena parte del planeta cree, a veces sin
saberlo, que cosas somos nosotras. Pobres cosas, poca cosa, algo que se usa y
se tira, nada de bienes suntuarios, muñecas que se descartan como globos ya
pinchados. Es como canibalismo. Es una bestialidad. Piensen un poco, señores,
piensen también las señoras y sientan un poco más: somos sus madres, sus hijas,
sus hermanas, sus esposas, sus amigas, sus amantes, sus novias.
Somos más de la
mitad del mundo que hacemos juntos. No insumos a descartar.
CAMILA SOSA VILLADA
La busqué, sí, pero no para hacerle daño,
sino para saber qué escondía entre las piernas
que vos adorabas tanto.
Qué era lo que te hacía suspirar con tanto dolor
cuando el día te sorprendía en mi cama.
La busqué para verla cara a cara, y medir sus agallas,
y la flor ponzoñosa de sus pechos que gobernaban tus voluntades,
la perla negra de su saliva que quemaba tu orientación.
La busqué para preguntarle sobre sus modos de amarte,
para aprender los nombres con los que te llamaba,
la busqué porque la odiaba,
porque me recordaba lo yermo que era nuestro sexo,
La busqué para saber su nombre y comparar su piel con la mía
y para obligarme a cambiar y ver nuestra historia sin engaños.
La busqué para que me enseñe la manera en que te cocinaba
y los desayunos que te preparaba.
La busqué para mirarla a los ojos,
para que supiera que también estaba yo del otro lado.
La busqué y la encontré y ostentamos las dos nuestros derechos
sobre lo que creíamos que era nuestro.
La encontré con su vientre lleno de lo que habías derramado,
en esa casa de barrio decorada con mal gusto,
su título de abogada como un blasón dignísimo.
La encontré desabrigada, con su pelo pálido atravesado de luz
y su fragilidad de hembra que no conoce el mundo.
La encontré transparentada por una soledad que también era la mía,
después de haberla buscado sobornando amigos, suplicando datos.
La encontré y me vi tosca, desde la planta de los pies a la frente,
y supe que nada de lo que hiciera podría
hacer que el rumbo de tu mirada volviera a mi casa.
Mi olor de prostituta no se llevaba bien
con tu pálida familia.
La encontré y sentí pena por las dos,
pero sobre todo por ella, porque cuando vea el rostro de su hija,
recordará al hombre que arruinó su juventud
con las mismas promesas que le hizo a una travesti tercermundista.
BAJO FUEGO
Bolivia tenía un
cerro rico.
El cerro rico tenía riquezas.
Las riquezas tenían visitas.
Las visitas tenían empresas.
Las empresas tenían cuentas en otros países.
Las cuentas en otros países tenían víctimas.
Las víctimas tenían derechos.
Los derechos tenían un horizonte.
El horizonte tenía
un gobierno.
El gobierno tenía denuncias contra un taller.
El taller tenía condiciones inhumanas.
Las condiciones inhumanas tenían rehenes.
Los rehenes tenían necesidades.
Las necesidades tenían explotadores.
Los explotadores tenían ambición.
La ambición tenía jornadas de 8 a 22.
Las jornadas de 8 a
22 tenían un sótano.
El sótano tenía una puerta soldada.
La puerta soldada tenía una familia.
La familia tenía una ventana.
La ventana tenía una pared.
La pared tenía una escalera.
La escalera tenía cables de Edesur.
Edesur tenía clientes al día.
Los clientes al día
tenían velas.
Las velas tenían fuego.
El fuego tenía dos nenes.
Los nenes tenían nombres.
Rodrigo tenía 10 años.
Rolando tenía 5 años.
Y Esteban,
Esteban tenía dos hijos.
Publicado en revista La
garganta poderosa, Consciente colectivo. Miércoles 20 de mayo de 2015
En línea: http://www.lapoderosa.org.ar/2015/05/bajo-fuego/
Susy Shock de "Poemario Trans Pirado"
…Yo,
pobre mortal,
equidistante de todo
yo D.N.I: 20.598.061
yo primer hijo de la madre que después fui
yo vieja alumna
de esta escuela de los suplicios
Amazona de mi deseo
Yo, perra en celo de mi sueño rojo
Yo, reivindico mi derecho a ser un monstruo
ni varón ni mujer
ni XXI ni H2o
yo monstruo de mi deseo
carne de cada una de mis pinceladas
lienzo azul de mi cuerpo
pintora de mi andar
no quiero más títulos que cargar
no quiero más cargos ni casilleros a donde encajar
ni el nombre justo que me reserve ninguna Ciencia
Yo mariposa ajena a la modernidad
a la posmodernidad
a la normalidad
Oblicua
bizca
Silvestre
Artesanal
Poeta de la barbarie
con el humus de mi cantar
con el arco iris de mi cantar
con mi aleteo:
Reivindico: mi derecho a ser un monstruo
que otros sean lo Normal
El Vaticano normal
El Credo en dios y la virgísima Normal
y los pastores y los rebaños de lo Normal
el Honorable Congreso de las leyes de lo Normal
el viejo Larrouse de lo Normal
Yo solo llevo la prendas de mis cerillas
el rostro de mi mirar
el tacto de lo escuchado y el gesto avispa del besar
y tendré una teta obscena de la luna más perra en mi cintura
y el pene erecto de las guarritas alondras
y 7 lunares
77 lunares
qué digo: 777 lunares de mi endiablada señal de crear
mi bella monstruosidad
mi ejercicio de inventora
de ramera de las torcazas
mi ser yo entre tanto parecido
entre tanto domesticado
entre tanto metido “de los pelos” en algo
otro nuevo título que cargar
baño: de ¿Damas? o ¿Caballeros?
o nuevos rincones para inventar
Yo: trans…pirada
mojada nauseabunda germen de la aurora encantada
la que no pide más permiso
y está rabiosa de luces mayas
luces épicas
luces parias
Menstruales Marlenes bizarras
sin Biblias
sin tablas
sin geografías
sin nada
solo mi derecho vital a ser un monstruo
o como me llame
o como me salga
como me pueda el deseo y la fuckin’ ganas
mi derecho a explorarme
a reinventarme
hacer de mi mutar mi noble ejercicio
veranearme otoñarme invernarme:
las hormonas
las ideas
las cachas
y todo el alma!!!!!!… amén.